Juan Polo y Catalina
Desde que tengo uso de razón he oido siempre que dejamos de ser barrio de Zaragoza, gracias a un Diputado de las Cortes de Cádiz que peleó para conseguir que Villanueva de Gállego fuera pueblo. Con cierto halo romántico se decía que tenía vinculación familiar con la localidad e incluso algunos aseguraban que estaba casado con una villanovense a quién confesó, poco antes de morir, que Villanueva sería libre por fín de la dependencia zaragozana. Tengo que decir que tal afirmación me chocaba bastante. No me imaginaba yo que en un momento tan trascendental de la historia española, un señor se dedicara en exclusiva a que un lugar aragonés cobrara identidad propia. Pero algo de cierto hay en todo ésto, como suele ocurrir por otra parte en todas leyendas. De esta noticia hacia mención en mi libro, pero entonces planteaba dos posibilidades. Hoy puedo afirmar una de éllas como raíz de ese mito.
Felix Monje, el dueño de las fábricas del Comercio, no tenía hijos pero sí tres sobrinos; Fernando, Tomás y Juan Polo y Catalina. A la muerte de su tío en abril de 1806, su sobrino Fernando se hizo cargo de la herencia familiar. Juan, que había nacido en la localidad de Cabolafuente hacia 1777, había estudiado en la Universidad Literaria de Zaragoza y en las cátedras de la Real Sociedad Económica, obtuvo el doctorado en Cánones. Marchó a Madrid en 1802 donde publicó el Censo de frutos y manufacturas de España e Islas adyacentes. En la Corte ocupó la oficialía de la Secretaría de Estado y del Despacho de Hacienda. Elegido Diputado a Cortes en 1810 participó en Cádiz en numerosas comisiones de aquella Asamblea y en las que destacó como «decidido defensor de la libertad y de la riqueza del hombre». Fue partidario de que el Estado se apropiara de las rentas monacales como medio de obtener recursos, también defendió la abolición de los señoríos así como de todos privilegios feudales que ellos suponían. Fue elegido por noventa y ocho votos Secretario de las Cortes y posteriormente, fue Presidente de las mismas y uno de los firmantes de Constitución de 1812. Su pista se pierde poco después de la publicación de “la Pepa” y se cree que falleció a consecuencia de la peste que se declaró en la capital Gaditana por esas fechas.
Tomás Polo y Catalina también estudió en la Universidad de Zaragoza y tras participar en los Sitios se trasladó a Córdoba y más tarde a Sevilla para encontrarse con su hermano Juan. Los datos que se conservan de él dicen que participó en las Cortes de Cádiz como secretario y que una vez concluida la Guerra, fue oficial del Archivo de la Secretaría del Despacho de Hacienda en Madrid hasta 1837, año en que se jubiló.
El 6 de agosto de 1811 de aprobó definitivamente la Ley de Abolición de Señoríos, norma por la que Juan Polo tanto luchó, de su iniciativa es la desaparición de los calificativos de señor y vasallo, así como que todos los impuestos que originariamente pertenecían a los lugares de realengo pasaran a la Hacienda Pública. “Quedando incorporados a la Nación todos los señoríos jurisdiccionales de cualquier clase y condición que sean”. Procediéndose al nombramiento de todos los justicias y demás funcionarios públicos, en el mismo orden y según se verifica en los pueblos de realengo.
Fue precisamente esta ley la que sirvió para que Villanueva de Gállego dejase de ser barrio para convertirse en lo que hoy és. La peripecia de Juan fue conocida por su familia y éstos seguramente la dieron a saber entre sus allegados de las fábricas del Comercio y de aquí a Villanueva hay un paso. La trascendencia que tuvo la noticia, de que uno de los padres de este Decreto tenía vinculación con el pueblo, hizo que se convirtiera en leyenda y por tanto en mito fundacional de Villanueva de Gállego.
Carlos Urzainqui Biel 4 de junio de 2011
*En la foto, el Barrio del Comercio.
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