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Noticias de Villanueva de Gállego

Val de la Bigarda

Val de la Bigarda

El otro día alguien me preguntó si existía un vocabulario expresamente villanovense, en principio la cuestión me extrañó pero le dije que le respondería desde estas líneas. En principio quisiera diferenciar lo que es una forma coloquial y tradicional de hablar y otra muy distinta una lengua o un idioma. Villanueva se encuentra muy cerca de Zaragoza y además en un lugar muy céntrico por el que ha pasado mucha gente de los más diversos sitios, por tanto es difícil que existan palabras propias. En este pueblo hay personas procedentes del País Vasco, de Navarra, de Castilla y en los ultimos años del sur de España, en definitiva existe un flujo importante y por tanto puede darse incluso el caso de que aquí se conozca una palabra, nada común a cien kilómetros a la redonda pero muy popular, pongo el caso, en Albacete o Palencia.

Recuerdo que cuando yo era crio y jugábamos en el recreo o en la plaza solíamos decir; “primer”, “segun” (primero, segundo) como en Cataluña al fin y al cabo estamos en la misma área geo-lingüística y eso también influye, unido a la cantidad de catalanes y bajoaragoneses que llegaron a la población desde fines del siglo XVIII con la instalación de las papeleras. No obstante los villanovenses poseemos una impronta muy marcada por la influencia del Pirineo aragonés y sobre todo su vertiente francesa, gracias a la inmigración permanente hasta casi nuestros días y que se comparte con el resto de municipios del llamado Bajo Gállego, además hay que tener en cuenta que el nombre que tiene este curso fluvial es “río de los galos” por algo será. Mi apellido es un claro ejemplo de esa influencia ultrapirenáica, pues son muchas las personas que tienden a unir las vocales “a” “i” en una sola diciendo Urzanqui, una muestra de liaçon. Otra tendencia curiosa es la que consiste en unir el artículo con la palabra siguiente si ésta empieza por vocal, también se utiliza muy amenudo la expresión “de” o “de que” antes de una palabra que suele indicar acción “no haces más que de trabajar” (no haces más que trabajar) o rizando el rizo “que d´estudiar” (que estudiar). Existe también el uso y abuso del prefijo “es” esbarar (desviarse o resbalar), esbaratar (romper), esculiminar (eliminar) o del “arre” arrejuntar, arrebullar, arremolinar (amontonar), arremangar (subirse las mangas de la camisa). No falta en este pequeño repaso la famosa aversión al esdrújulo tan aragonesa: “cantaro” por “cántaro”. Hay un hecho que cabría destacar y es que no hay un habla homogénea, sino muy dispersa e individual.

En definitiva poseemos características lingüísticas muy similares al resto de la geografía aragonesa con distintas variantes siempre dependiendo de la influencia del castellano que para mí es la construcción idiomática dominante, por ejemplo en Villanueva a una loma nombra como “cabezo” y en la vecina Zuera se dice “puy”. (Hasta el siglo XIX el cabezo de Fornillé se conocía por “puy Fornitero”. Esta denominación corresponde a que en ese lugar existía en tiempos un horno de cal o un tejar). En Villanueva a la fruta “granada” se le llama “mengrana” como en las altas Cinco Villas y Caspe, mientras en el campo de Zaragoza se dice “mangrana”. Por otra parte los términos lingüísticos relacionados con la agricultura son muy similares a los del resto del valle del Ebro: “entibo” (presa o freno) “ador” (turno de riego) “guebra” (campo sin sembrar), “aplanar” (polisémico; cansado, allanar) “mantornar” (dar segunda labor a la tierra después del barbecho), “aguacibera” (regar justo después de sembrar) “escardar” (podar) “fascal” (varias acepciónes también: hacina o mala presencia física) etc. Existe alguna que otra reminiscencia de la llamada “fabla aragonesa” por el uso del prefijo “Ch”; chiflar (silbar), chistar (callar), charrar (hablar en exceso), chispear (lluvia fina), “chanar” (fallar). Un amigo mío que se llama Jesús Royo Martínez y que su padre es de Villanueva da clases de latín en un instituto cerca de Zaragoza, allí les cuenta a sus alumnos que cuando su madre les dice que vayan a comprar un “fullatre” (una torta de mil hojas) les está hablando en latín, pues al fin y al cabo la palabra “fulla” es hoja y de ahí el aragonesismo “chulla” para denominar a los filetes.

Hay vocablos enternecedores como “festejar” (cortejar a una chica), “miaja” (migaja). Descriptivos “horache” (frio) o misteriosos “badil” (recogedor), reblar (parar) o más famosos “pozal” (cubo). Los hay de influencia italiana como “russiente” (ardiente), arcáicos como “vicera” (rebaño comunal) y equívocos “panizo”. La mayoría de la gente piensa que es lo forma en que nombramos al maíz en aragón, pero el panizo es una planta asiática conocida en esta zona desde el siglo XII y por tante anterior, mientras tanto el maíz es americano e implantado en Aragón hacia finales del XVIII.

Ahora bien, en Villanueva existen algunos vocablos que no he oído pronunciar en ninguno de los pueblos de su entorno y que por tanto los hacen singulares por ejemplo “Vajillera” (esta palabra no está registrada en el diccionario de la RAE) se trata se una serie de lomas que se encuentran situadas a partir de kilómetro cinco de la carretera a Castejón de Valdejasa. Exactamente no sé el origen del término pero ya en el siglo XI aparece citado en algunos documentos como límite norte del monte del Castellar la llamada Val de Alghera, que se encuentra la sur de estas lomas, pudiendo ser por tanto el nombre actual derivación de esa primitiva denominación. Bien es cierto que hasta hace unos años en esos cabezos se han encontrado bastantes restos cerámicos y de ajuar, lo que da por pensar que existe la posibilidad de que el nombre actual por tanto viniera de “vajilla”. Esto indicaría también una ocupación humana anterior pero, a excepción de estos restos no se conoce nada más.

En un plano de finales del siglo XIX aparece una mención a la “Aljerecía” término por el cual todavía hoy en día es conocido el lugar donde se encuentra el restaurante El Sella. Esta demoninación es sinónimo de “fabrica de yeso” o yesería (RAE).

Tanto el diccionario de la RAE como en el de Francés antiguo recoge la expresión “Bigarda”. En castellano significa alto y desgarbado, así como fraile de vida licenciosa. Bigardo fue efectivamente un fraile franciscano que tuvo muchos seguidores en la Baja Edad media en Alemania, Italia y la Provenza (en Francia). Éstos rechazaban el voto de obediencia, viviendo libres y desordenadamente pero dentro de la regla franciscana. En el siglo XIV algunos de éllos llegaron a ser tratados como herejes y condenados a la hoguera por sus creencias. El significado de la palabra ha pasado a ser despectivo. También parece ser que existe un juego llamado la bigarda, consistente en arrojar palos utilizando otro como raqueta. La Val de la Bigarda es lo que ahora se conoce por “calle Zaragoza”.

Carlos Urzainqui, 18 de septiembre de 2010

Nº 11 de la serie Villanueva.script, en exclusiva para NdV

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