Virginio Fornasari
Hace años en un curso de doctorado conocí a Dimas Vaquero, me contó que estaba investigando sobre los italianos en Aragón durante la Guerra Civil, entonces yo le dije que en Villanueva habían estado muchos soldados de esta nacionalidad y que todavía quedaban restos de esa presencia. Estuvo en el pueblo, vimos lo que más podía interesarle y él a su vez, me prestó la reseña del diario de uno de esos combatientes que se había alojado en la localidad.
Virginio Fornasari era maestro de escuela elemental en la localidad italiana de Taverna (Piacenza). Contaba 24 años cuando fue movilizado el 4 de marzo de 1938, para marchar a la guerra de España. Cuenta en sus memorias que viajó con documentación falsa en virtud de los acuerdos del Comité de No intervención y del Pacto de Munich. Junto a él lo harían un centenar de compañeros con destino al frente de Aragón.
Fornasari llegó a Villanueva procedente del frente de Gandesa. Escribe en su diario que al comandante jefe de su batallón no le agradó demasiado el lugar que les habían destinado para el alojamiento de sus soldados, dado que los oficiales eran ubicados en las casas de los vecinos, y el resto donde disponía la Guardia Civil. Pero también reconoce que tampoco había otros alojamientos disponibles mejores. Prosigue: “Soy asignado a la casa de la familia de Vicente Serrano (Corellano) que me aloja en una bella camera. Paso algunas veladas en compañía de la familia, delante del hogar en el que arde algún tronco de pino, mientras fuera sopla un viento frió y veloz” (el cierzo).
Tiene sus primeros contactos con la lengua española y hace conocimiento “con la alegre Gregoria, la sarcástica Amalia, la gentil e inocente Blanquita y con la diferente Matilde” (de todas estas jóvenes de entonces creo que tan solo vive en la actualidad, una). Entabla relación con el señor cura, “conocido por el cojo”, escribe en italiano lo zoppo (Mossen Julián Velilla, párroco de Villanueva en ese tiempo, tenía un defecto en una pierna, se dice que por una travesura de chaval). “Persona curiosa, gentil y enigmática, habla un poco de italiano. Mi sussurra al’orecchio que todas las chicas de Villanueva tienen el novio con los rojos, en la otra parte del frente. Desaprueba por varios motivos un baile organizado por los oficiales italianos. No voy a participar porque no sé bailar”.
Continúa su diario describiendo su vida en Villanueva: “Bajo a bañarme al río Gállego y paseo solitario desde la Cartuja a Zuera por la vía del ferrocarril, también a San Mateo y especialmente a Peñaflor. Mi patrona Donna Isabella me avisa maternalmente de que no ande solo. Bajo a dar una vuelta a la ciudad (Zaragoza) con algunos antiguos colegas, no andando sino corriendo. Hacemos ejercicios en la zona suroeste de Villanueva en un territorio árido e inculto con un molino de viento abandonado”, (es posible que se refiera al lugar que hoy ocupa el antiguo campo de futbol).
Virginio abandonaría el pueblo a fines de junio de 1938, por haber sido transferido a la frontera del levante, en el sureste de Teruel. Según me cuenta Ermela, nieta de Vicente e Isabel, Fornasari aún mantuvo contacto epistolar con su familia. Su abuela le contaba que este señor se pasaba las noches escribiendo (lo que no podía imaginar es que aquellos papeles volverían a Villanueva algún día). Para que no tuviera frío, la mujer le hacía algún caldo o le prestaba un manta.
Carlos Urzainqui Biel, 18 de febrero de 2011.
Entrega nº 31 de la serie Villanueva.script, realizada en exclusiva para NdV
2 comentarios
Carlos -
dimas -
Me gusta, sigue adelante.
Un saludo