Instituto en Villanueva: cuatro meses, cuatro años
Julio Tejedor Bielsa, ex Director General de Vivienda del Gobierno de Aragón
No es fácil gestionar lo público cuando se tiene intención de construir. Ocurre precisamente lo contrario al destruirlo, siguiendo esa estrategia que tan bien conocen quienes hoy nos gobiernan de socavarlo desde dentro, de oponerlo radicalmente a lo privado, alentando egoísmos innatos al ser humano, de privar a lo común de recursos, de empeorar su funcionamiento, de desacreditarlo torticeramente, gestionándolo mal para, finalmente, desmantelarlo en beneficio de unos pocos. Mal puede gobernar lo común quienes no se lo creen, quienes consideran pensiones, sanidad, educación, seguridad, servicios sociales, agua, suelo, carreteras, puertos, costas y tantas otras cosas simples ámbitos de negocio.
Hace ya dos años que el impulso al Instituto en Villanueva se hizo añicos. Cambiaron los gobiernos autonómico y municipal y de la acción de los anteriores se pasó a vanas promesas que, con seguridad, no permitirán que una necesidad obvia de nuestro pueblo, de nuestros niños, vea la luz antes de 2015. Sólo habrá promesas, vanas, pero no realidades. La única realidad tangible que hoy existe en Villanueva es el producto del Decreto 126/2011, de 31 de mayo, del Gobierno de Aragón, de creación de centros docentes de titularidad de la Comunidad Autónoma de Aragón, cuyo artículo primero creó la “sección del Instituto de Educación Secundaria «Gallicum» de Zuera (Zaragoza), ubicada en Villanueva de Gállego, código de centro 50019101, con domicilio en calle Rigoberta Menchú, s/n de Villanueva de Gállego (Zaragoza). Enseñanzas a impartir: Educación Secundaria Obligatoria”. La sección se creó, en aquel entonces, ante la imposibilidad de contar de inmediato con suelos aptos para la construcción del Instituto como consecuencia del retraso en la aprobación de los instrumentos de gestión urbanística que debían generar las correspondientes fincas registrales. La crisis inmobiliaria y financiera pudo también con esto.
Desde entonces nada se ha avanzado. Todo sigue igual salvo el lugar en el que el actual equipo de gobierno municipal pretende impulsar, sin fechas ni presupuesto, el nuevo Instituto, cerca ya de Zaragoza, generando innecesariamente dificultades de movilidad de nuestros jóvenes si es que algún día el tan deseado equipamiento educativo llega a ver la luz. La inversión del Gobierno de Aragón en la sección es nula, salvo el suelo de los docentes. La inversión del Gobierno de Aragón en el proyecto es nula. La inversión del Gobierno de Aragón en la obra es nula. Y el compromiso del Gobierno de Aragón en los tiempos es, simplemente, inexistente. Hace pocas semanas el Departamento de Educación ha afirmado su intención de invertir los 15 millones de euros que recibirá, con permiso del Ministro Montoro y en función del objetivo de déficit que éste fije graciosamente para Aragón, del Plan Impulso 2013. Afirma, sin fechas, sin prioridades, sin distribución ni programación presupuestaria, que se construirán cuatro centros, los colegios de Rosales del Canal, incluido el nuevo aulario para el curso 2013-2014, y Cuarte, y los institutos de La Puebla de Alfindén y Villanueva de Gállego. Y lo más preocupante, en la nota de prensa enviada por el Gobierno de Aragón el 25 de junio, se indican las partidas y actuaciones a iniciar y no se nombra nada del Instituto.
¿Será pues posible que en esta legislatura el Instituto de Villanueva abra sus puertas, aunque sea en lontananza? No. Primero porque la cantidad prevista, quince millones de euros, difícilmente dará para construir tales equipamientos. ¿Por qué no ha explicado el Departamento cuáles son sus estimaciones presupuestarias para la redacción de proyectos, la ejecución de obras de construcción y el equipamiento de los diferentes centros? Segundo porque los plazos habituales de tramitación de tales proyectos lo impedirán, especialmente si, tal cual ocurre con el Instituto de Villanueva, ni tan siquiera existe un compromiso para encargar la redacción del proyecto que, entre licitación y redacción, exige no menos de seis meses. Añádase a ello la preparación y tramitación del expediente de contratación de la obra y, finalmente, la ejecución de ésta y el correspondiente equipamiento, que llevarán al menos veinticuatro meses más. Dos años y medio. Otro mundo. Otro Gobierno. En él quizá deberán acabar el Instituto quienes lo empezaron si, hasta entonces, los que nos gobiernan no han acabado con lo público como parecen pretender. Pueden imponer sus políticas, pero no engañar a todos todo el tiempo.
Fuente: Página 8 del Boletín Informativo del PSOE-Villanueva (agosto 2013).
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