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Miguel Ríos: 'En el twist, solo movía las caderas; el rock mueve las neuronas'

Miguel Ríos: 'En el twist, solo movía las caderas; el rock mueve las neuronas'

Siendo vos quien es, debería comenzar con un buenas noches, bienvenido, gracias por estar aquí... El problema es que el reloj marca la una de la tarde.

Evidentemente, lo dejaremos en buenos días o buenas tardes. El resto se lo agradezco mucho.

Sinceramente, pienso que hay que agradecerle que esté aquí, que siga ahí, dando la cara.

Acaba de arrancar la gira. Me siento con energía. El primer día, en Gredos, fue sensacional. Reunimos 10.000 personas. Estaremos alrededor de dos años. El último concierto, por supuesto, será en mi tierra, en Granada.

Uno de los mayores patrimonios de una persona reside en sus amigos. En su último trabajo aparecen iconos como Serrat, Víctor Manuel, Ana Belén, Loquillo, Bunbury, Amaral...

Cuando el otro día cantaba 'Mueve tus caderas', miraba a Pereza. Fue algo precioso. Algo semejante a cuando Bruce admiraba a Orbison. Vivo de emociones, de esas emociones. Me metí en este oficio para generar emociones.

Nadie hubiera dicho que un adolescente granadino llegaría a ser el rey del rock español.

Cómo entré no es heroico. El verdadero mérito está en resistir después. El futuro que tenía en Granada era pobre. Trabajaba en una tienda. Un vendedor me escuchó por la radio y me llevó a Madrid.

El jerarca del rock en un principio fue el rey del twist.

El twist fue un accidente. En el twist solo movía las caderas. El rock mueve las neuronas, algo mucho más importante. Y más importante todavía, instalar la música en la vida. La gente joven existe desde que el rock existe, desde que se creó un lenguaje propio para la expresión de la juventud.

Se atrevió hasta con la Novena Sinfonía de Beethoven.

Solo puse la voz al 'Himno de la Alegría'. Fue una creación extraordinaria de Waldo de los Ríos. Significó el acercamiento al pop de una obra maestra. Desde luego, cambió mi vida en el sentido crematístico e ideológico. Me pasó a los 24 años. Tuve la suerte de no ser ambicioso. No me quedé en Las Vegas y empleé el dinero para producir rock.

Luego, llegaron 'El Río' o 'Santa Lucía', canciones que marcaron un tiempo en España, como 'Mediterráneo' de Serrat.

A Serrat hay que echarle de comer aparte. Yo estoy contento con el pedazo de pastel que me ha tocado. Y de haber participado en inventar una sociedad en la que el vehículo de expresión sea el rock.

Como Bruce Springsteen en el mundo anglosajón, o Charly García en Sudamérica.

Me temo que a Springsteen no le llego ni a la bota izquierda. En cuanto a Charly García, creo que soy menos excéntrico que él.

¿Con quién quiere que le identifiquemos?

No me gustan las comparaciones. Uno se debe comparar consigo mismo. No quiero ser mejor que nadie. Tan solo quiero ser mejor que yo mismo. No consiento ser peor que yo. Sé cuál es mi medida, mi listón. Mi objetivo es llegar a él o superarlo. Por debajo, nunca. Por eso me retiro, porque sé que, probablemente, dentro de cinco años, en la que sería mi próxima gira, ya no tendría esta misma energía.

La energía que veremos en Villanueva el 1 de agosto.

Esa es la meta. Acudiré con una banda de seis músicos potentes. Lo pasaremos bien.

Fuente: Heraldo de Aragón

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